Casi 5.000 fueron los deudores concursados durante el primer trimestre de 2023, lo que supone un incremento del 67,6% respecto al mismo período del año anterior. La actual situación de vulnerabilidad de una parte importante del tejido empresarial español y el consiguiente aumento de las solicitudes de concurso ha provocado que las reestructuraciones y refinanciaciones se hayan convertido en la tabla de salvación de todas aquellas empresas que, a pesar de presentar debilidades en su estructura financiera, pudieran ser viables si se les facilitan los medios para salvarse.
La última reforma de la Ley Concursal, que es el conjunto de normas que regulan el procedimiento concursal para todos los tipos de deudores y que entró en vigor en septiembre de 2022, tiene como objetivo agilizar los procedimientos concursales y asegurar la continuidad de las empresas que se encuentran en dificultades financieras, pero que son viables.
Con la anterior normativa, 9 de cada 10 concursos de acreedores en España acababa en liquidación y cerca de un 70% concluía porque no había suficientes activos en las empresas que se puedan liquidar, para poder pagar a los acreedores. Sin embargo, la nueva reforma de la Ley Concursal se ha dirigido a facilitar las herramientas necesarias para intentar conservar aquellas empresas viables a las que, mediante un proceso de modificación de su estructura financiera, se les pueda dar una oportunidad para sobrevivir.
Plan de Reestructuración
La herramienta más importante introducida por la nueva ley es el Plan de Reestructuración, donde se recogen todas las medidas y acciones a poner en marcha: cambios en sus activos, sus pasivos, la estructura de sus deudas e incluso el equipo gestor de la empresa.
Y el protagonista de este documento es el experto en reestructuraciones, que no es otro que el encargado de proyectar, negociar e implementar las medidas que persiguen salvar a la empresa.
Es crucial que los equipos encargados de llevar a cabo reestructuraciones y refinanciaciones de empresas estén formados correctamente. Las habilidades y técnicas de este perfil profesional van más allá de la teoría concursal, centrándose en el diseño práctico de medidas para recuperar a las empresas viables, sin olvidar el proceso de negociación con acreedores, enfrentados al dilema de facilitar la posible recuperación de la empresa o entrar en un proceso de ejecución de sus activos para intentar recuperar una parte de sus créditos.